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Mostrando entradas de mayo, 2010

Musarañas

Teresa sale del trabajo todos los días a las 20.00. Tiene su propia librería. Hoy es su cumpleaños, cumple veintiséis años. Vive en Barcelona, cerca del parque de la Ciutadella, en un pequeño, pero acogedor piso, con Fausto, su marido, desde hace tres años. Fausto es un hombre ejemplar. Parece poseer todas las cualidades que uno puede desear y envidiar de los demás. Es atractivo, generoso, amable, detallista, innovador, cariñoso, romántico, gracioso, y muy elocuente. Se le da bien hacer, casi cualquier cosa, desde cocinar orgásmicos manjares, para todos los paladares, hasta crear sus propios muebles. Trabaja como fotógrafo de paisajes naturales, aunque su especialidad son los retratos. Teresa es fantástica y maravillosa. Es una mujer preciosa, apasionada, tremendamente inteligente, y llena de energía. Le encanta vivir, y demuestra esa felicidad, contagiosa, constantemente vaya donde vaya. Son las 20:05. Teresa coge un taxi para ir hasta casa. Normalmente no coge ninguno, pero tie

Y se hizo el silencio

Toda esta historia comienza en un viejo circo situado en la costa de Palermo. Es la historia de Esmeralda e Isidoro. ¡Artistas!, sin lugar a dudas, de ese bello y misterioso oficio. Isidoro trabajó en el circo desde los quince años. Entro en el mundo del espectáculo por unos cazatalentos que vieron en él, una asombrosa fuente de ingresos. Primero comenzó como contorsionista, dada su gran flexibilidad, también hizo de payaso, domador de fieras, y, finalmente, inició su carrera como trapecista, la cual le llevo a la fama, por toda Italia. Conoció a Esmeralda un jueves, un tanto lluvioso. Isidoro se quedo estupefacto, pues en toda su vida, no había visto a una mujer tan hermosa como ella. Esmeralda era de España. Tenía diecisiete años cuando conoció a Isidoro, y él tenía veintiocho. Era una mujer de tez salvaje, cabello largo y alborotado, y de un negro intenso. Sus ojos, eran color aguamarina, y su cuerpo, lleno de interminables curvas. Mantenía una actitud firme, sensual y enigmát

Tierra húmeda

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Hoy es un día extraño. Nadie me lo puede negar. Huele a tierra húmeda. La lluvia azota vigorosamente la calzada, cubriéndola de un manto resbaladizo y transparente. La tierra se empapa de agua, y se forma un barro maravilloso. Las flores son golpeadas, continuamente, por las gotas, como balas sobre la carne de un inocente, perdiendo cada uno de sus pétalos. Los caracoles se esconden bajo sus pequeñas conchas, y se quedan paralizados, sin dejar ese curioso rastro plateado que en la noche, después de dos copas de vino, observamos maravillados, y nosotros, nos tapamos con nuestros paraguas, de múltiples colores, intentando obtener un resultado de absoluta sequedad, y corremos como locos, en una jungla de la que no podemos escapar. Otros, miran la lluvia desde la ventana y se ríen de aquellos que se mojan por la calle. Incluso les señalan con sus garras enfermizas, desde sus cómodas casas con chimenea y chocolate caliente con pastas, esperando en el comedor. Sin embargo, Ellen, no

El sabroso aroma de mi azufre

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- Me llamo Alexander. Tengo 42 años. Actualmente trabajo repartiendo publicidad en una floristería. Publicidad de los descuentos y regalos que hacen para bodas, bautizos, comuniones, cumpleaños, funerales, etc – saca de una bolsa de papel blanca, un taco de tarjetitas, color pastel con letras doradas, de la floristería, y comienza a repartirlas a todos sus compañeros de la terapia de grupo. Se queda en medio del corro, donde están sentados y dice en voz alta: Floristería la dulzura. Lo dice tan fuerte que hasta le retumban los oídos – Mi uniforme es un disfraz de oso travestido. Soy un oso blanco, con alas de mariposa, tutu morado y corona de oro, y ¡ojo! no faltan las piedrecillas brillantes de plástico. Es muy estresante que tú intentes hacer tú trabajo bien y que los niños pequeños te peguen y que los adultos te insulten. ¡Han llegado a apalearme! – grita histérico - Este año ya he tenido dos conmociones cerebrales. Odio mi trabajo. Y os odio a todos – dice Alexander, con los ojos l