El náufrago

Soy Roberto Páremo, farero de profesión, hace tanto tiempo, que ya no lo recuerdo. Me dirijo a ti para contarte mi historia, bueno, realmente la historia de un hijo que el mar parió, de sus entrañas saladas, y también me lo arrebato, poniendo fin a mis únicos sueños en mi vida.

Cada día miro la playa, desde el viejo faro, y recuerdo el día en que encontré a Leonardo, así lo bautice, en un soleado domingo, cuando el sol se posaba sobre nuestras cabezas. En esa inolvidable mañana se oían las lindas gaviotas, tantísimas sobrevolaban el cielo, que espesaban el mismo aire, y nos empapaban con sus plumas olvidadas. La mañana estaba tan clara, como nunca lo había estado. El aíre era fresco y limpio, el mar tranquilo, después de la fatídica tormenta, y el cielo esponjoso, como en los sueños de un niño pequeño. Leonardo estaba boca abajo, con sus ropas andrajosas, sobre la fría arena, cerca de los calamos de mi preciosa playa, que yo custodiaba y custodio, hasta el último día de mi vida. Se encontraba desorientado y deshidratado. Su lengua solo deseaba una gota de cristalina agua, que le hiciera sentirse vivo una vez más. Baje corriendo a por él, todo lo que mis achacosas piernas me permitieron, casi me mato en las enormes escaleras de caracol, pues Fermín, por aquel entonces mi única compañía, un pequeño perro escurridizo, ¡que ya tenía 15 años!, y no tardaría en morir, se puso en mi camino, cariñoso y juguetón. Baje escuchando los quejosos ladridos del viejo Fermín, por no haberle prestado la atención que en esos momentos el me requería, con la única idea de salvar a ese hombre que clamaba mi ayuda en silencio.

Cuando mis ojos vieron a ese hombre, lloraron de impotencia, pues estaba medio muerto por mi culpa, pensé yo. ¿Cuantas horas habría estado tirado en ese lugar? me preguntaba yo angustiado, ¿por qué no lo habría visto antes?. Me sentía tan culpable del estado de ese naufrago perdido, que yo me prometí, en ese mismo momento, devolverle la vida que él hubiera tenido, antes de acabar en mi calinosa playa.

Lo gire con cuidado, y lo tape con mi abrigo. Era todo huesos y pellejo. Cuando vi su cara, no supe saber si era un niño o un hombre, pues tenía un rostro infantil, escondido tras una larga barba alborotada. Sus mejillas esqueléticas, estaban llenas de pícaras pecas. Sus ojos hinchados, cristalinos como la mar de esa mañana, lloraban al ver la ayuda que tanto ansiaba.

Yo le hable en mil lenguas, pero él no supo como responderme. Pensé que estaría aturdido y confundido. ¿Podría ser que se hubiera golpeado contra las rocas y hubiera perdido la razón?. Él me sonrío e intento imitar mis palabras, pero solo emitía leves ruidos, como un animal manso e incapaz de hacerme daño. Lo abrace con fuerza y lo levante del suelo, y juntos, nos dirigimos hasta mi casa, el faro, donde lo alimente y cure sus heridas. Leonardo durmió durante horas, junto a la mirada enfadada y fría de Fermín, y yo miraba al mar, agradecido, por regalarme esa bendita compañía, que tanto le había pedido a Dios en todas mis oraciones.

Nunca supe su origen, ni su verdadero nombre, pero tampoco me importó, pues para mí era Leonardo, él hijo que siempre había querido tener con Luisa, la única mujer que he amado de verdad, en mi larga vida.

Reeduque a Leonardo. Le enseñe a pescar, a recolectar frutos, a vivigilar la mar, como yo lo hago cada día. Pero no conseguí que hablara, pero nos entendíamos como nadie puede entenderse, mediante nuestros signos y palabras, nuestras miradas y gestos, creamos un lenguaje, tan cómplice y particular, que solo dominábamos nosotros dos.

Cada noche le leía alguno de mis poemas, pues las largas horas muertas, que tenía en el faro, las utilizaba escribiendo, antes de que apareciese él en mi vida. Dejaba suelta mi imaginación y esperaba sentirla como volaba, como un ave libre, surcando con fuerza mi mente, y se transforma en aquellas dulces palabras, que a mi boca le costaba tanto escupir, pero mis manos las encontraban a tiempo, para plasmarlas en miles y miles de hojas, esparcidas por el suelo de la sala. Leonardo siempre me miraba alucinado, y yo sentía como ambos podíamos comprender, la locura de un viejo farero obsesionado con la mar, la noche estrellada, el amor de mi Luisa y el sopor de mis sueños perdidos, tanto, como se encontraba él en el faro, y yo no lo sabía aún.

Pero al pasar los días, Leonardo comenzó a tener espantosas pesadillas, y cada noche, venía junto a mí, presa del miedo y del angustioso pánico que sentía pesado sobre su cuerpo, y se acurrucaba en mis brazos, sollozando como un niño asustado. Debí imaginármelo en ese mismo momento, algo atormentaba a Leonardo y yo no podría ayudarlo. Pero yo quise pensar que era feliz conmigo y que no le pasaba nada, solo recuerdos desvaídos, se calaban en su memoria.

Comenzó a comportarse de forma extraña. Su actitud era salvaje y agresiva, y empezó a asustarme. Lo rehuía en todo momento, y él se daba cuenta, mostrándose más colérico conmigo. Finalmente no dejé que durmiera dentro del faro, así que se pasaba las noches en la playa, mirando fijamente la potente luz que emitía el faro, sin dormir a penas.


Momentos antes de dejarme solo de nuevo, lo divise desde lo alto golpeando, violentamente, a Fermín, con un descomunal pedrusco. Corrí por las escaleras, sabiendo que no llegaría a tiempo, y no paraba de gritar ¡basta!, ¡detente Leonardo!, pero este seguía golpeando al pobre animal, hasta que quedo muerto en la fría arena. Caí al suelo en redondo, junto a sus pies desnudos, y Leonardo me miro con los ojos rojos, inyectados en sangre y le solloce de nuevo que se detuviera. Grito furioso, lanzo el pedrusco contra el faro y corrió loco, hacía el mar. Su figura de fundió con el salvaje oleaje, cada vez más grande y oscuro, y no volvió nunca a atrás.

Esa fue la última vez que vi a Leonardo. Y jamás entenderé que es lo que le paso para que se comportara de ese modo. ¿Qué veneno pútrido se introduciría en su ser y haría, que él manso joven, que había encontrado meses atrás, se volviera loco de remate?. No podré perdonármelo jamás, pues cada día pienso, que en mis manos estaba ayudarlo, y yo tendría que haberle defendido de esas pesadillas que le carcomían la razón.

Comentarios

  1. Hola,
    una historia muy bonita, intrigante y triste porque pobrecito el farero por quedarse solo, el perro por haber muerto de esa forma tan cruel y digo intrigante porque sería curioso conocer lo que le pasó a Leonardo para cambiar de una personalidad tan extrema a otra. Como siempre, un post de matrícula :D

    En contestación a tu comentario, como yo tengo una optativa que es macroeconomía si necesitas algún apunte, me pasas tu correo y te envio los apuntes.
    Yo también estoy un poco estresada, tengo muchas asignaturas de libre elección y la gran mayoría tengo que hacer trabajos enormes, además de que llevo el peso de mi conciencia que me dice q tengo q esfozarme al máximo para acabar este año y subir la nota...

    Bueno, cuando tenga un ratito subiré algo, que ya tengo en mente el tema siguiente lo malo es que tengo un examen el miercoles de la escritura japonesa (porq no se si te lo he dicho, pero me he cogido de libre elección escritura y cultura japonesa) y no veas lo q cuesta aprenderse sus garabatos xD, pero seguro q después del miercoles subiré algo pronto.

    Adeu, besos!

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  2. siento no haberlo leido antes, estaba perra jejeje
    el final es un poco extraño, pero el restomuy bonito,me an gustado muxo las descripciones
    y tambien el echo de que este escrito en tercera persona,es como mas megusta
    a ver si luego me cuentas algo de ese final tan raro
    bonita historia
    y algo triste tambien
    y ya
    asta la proxima

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  3. Hola,
    pues como quieras, no hay problema, cuando necesites algo me lo dices porque lo q tengo yo es el resumen de cada tema, es decir, las diapositivas que pasa el profesor.
    Este curso me he elegido 3 asignaturas de libre elección que se incluyen en la matrícula(japonés, educación ambiental y erotismo en la literatura árabe) y ahora me estoy arrepintiendo porque en todas tengo examen y trabajos, mientras que si hubiera hecho los cursos esos de libre elección de 3 días o algo así(aunque me hubiera dejado un pastón) no tendría tanta faena como ahora xD

    Gracias por darme suerte, la necesitaré! Adeu, hasta la próxima.

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