Secreto a voces (La verdadera cara del maltrato)

1º parte: Muerte
Escenario: Pantalla de televisión encendida. Esta puesto el telediario del canal cuatro. Son las noticias matutinas. En la pantalla podemos observar el exterior de un bajo, perteneciente a Graciela Tortajada y Ricardo Tortajada.
Personajes: Reportera, Mª Jesús y matrimonio.

REPORTERA - Buenos días, soy Margarita González, retransmitiendo desde Valencia-El Cabanyal, la víctima número sesenta, en España, a manos de la violencia de género. Ya son sesenta mujeres asesinadas a manos de sus parejas o exparejas, en lo que llevamos de año 2010. Graciela Tortajada ha sido la última víctima de este mes sangriento. La joven, de treinta años y nacionalidad española, fue asesinada por su marido, Ricardo Tortajada, mientras dormía. Según el informe del médico forense, su marido la asfixió con una almohada y la apuñaló diez veces en el pecho, hasta que esta quedo desangrada en su cama. Sus hijos, de tres y seis años, estaban con los padres de la víctima, en la noche del incidente. La muerte de Graciela ha dejado desconcertado a familiares, amigas/os y vecinas/os, pues nadie esperaba tal comportamiento de "el bueno de Ricardo", llamado así por sus conocidos del barrio. Ricardo fue detenido por la policía tres horas después del asesinato. Este, entro en un pequeño comercio del barrio, cubierto de sangre y gritando lo que había echo. El responsable del comercio aviso inmediatamente a la policía. Tenemos con nosotros a la madre de la víctima y dos de sus vecinos. Mª Jesús, ¿cómo se encuentra? - pregunta la reportera de ojos saltones y nariz pequeña, mientras le acerca el micrófono al rostro.
Mª JESÚS - Estoy muy mal - dice envuelta en lágrimas saladas de dolor - Jamás pensé que Ricardo pudiera ser capaz de hacer algo así. Siempre fue tan bueno, atento y considerado con mi hija. No entiendo por que ha ocurrido esto - dice la madre de la víctima apartándose de las cámaras, cubriéndose el rostro desfigurado, lleno de amarga angustia.
REPORTERA - ¿Ustedes dos se imaginaron alguna vez que esto pudiera ocurrir? - dice la reportera, acercando el micrófono a un matrimonio, vecino suyo.
MATRIMONIO - No, ¡por Dios!. Si parecían la pareja perfecta. Nunca pensamos que pudiera ocurrir algo así - dicen ambos asombrados. El marido abraza de la cintura a su mujer y está prosigue hablando – Los oíamos discutir de vez en cuando, pero lo normal en una pareja.
REPORTERA - Como han podido observar, nadie imaginaba que el joven matrimonio tuviera un desenlace tan terrible. El juicio se celebrará el viernes 12 de diciembre en Valencia. Margarita González, para Noticias 4.

2º parte: Verdad escondida
Escenario: Comisaría de policía del Cabanyal-Valencia. En la sala de espera están Mª Jesús (madre de la víctima), Claudio (mejor amigo de la víctima), Raquel (hermana del asesino) y una vecina, esperando todas/os su turno para que les hagan unas preguntas sobre el suceso. Mª Jesús no para de llorar, y es consolada por todos los que esperan en la sala, menos por la vecina, que lee tranquila una revista, que saca de su bolso hortera, con estampados de falleras y naranjas.
Personajes: Policía, Mª Jesús (madre de la víctima), Claudio (mejor amigo de la víctima), Raquel (hermana del asesino) y vecina.

POLICÍA - Buenas tardes señora. Usted es la madre de la víctima, ¿cierto? – pregunta el policía arqueando una ceja. Mª Jesús asiente con la cabeza hundida en sus manos arrugadas - ¿Cómo se encuentra? – pregunta el policía mientras se sirve una taza de café.
Mª JESÚS - ¿Cómo quiere que me encuentre? – pregunta irónicamente Mª Jesús – ¿Acaso no sabe que he perdido a mi única hija? – dice molesta.
POLICÍA – Cálmese señora, estamos todos aquí para ayudarle a pasar este trago tan difícil – Mª Jesús señale el café con la mano y este le sirve una taza. El café esta humeante – Le voy a hacer una serie de preguntas que quiero que me conteste con la mayor tranquilidad posible – esta asiente y pone cara de fastidio, al quemarse la lengua con el café - ¿Cómo describiría la relación que tenía su hija con su yerno? – el policía saca una libreta y un bolígrafo y se prepara para anotar las contestaciones oportunas para el desarrollo de la investigación.
Mª JESÚS – Pues una relación sana – dice carraspeando – Una relación normal, como la mía, como la suya, como la de todos – aclara – Mi hija dejo de trabajar, al quedarse embarazada de Christian, su primer hijo, y Ricardo, se dedico a cubrir la economía familiar, como un buen padre y marido. En fin… el deber de un hombre – el policía le mira asombrado y anota en su libreta un par de cosas – No me mire como si fuera una anticuada. De siempre el marido ha sacado las castañas del fuego y no hay más que hablar.
POLICÍA - ¿Sabía si Ricardo le pegaba a ella o a los niños? – pregunta el policía.
Mª JESÚS – Pegarle, nunca. Bueno, al menos no delante de mí.
POLICÍA - ¿Alguna vez su hija le comento si tenía miedo de Ricardo o se lo insinúo?  
 Mª JESÚS – No. Era feliz con su vida y con su matrimonio.
POLICÍA – ¿No le comento que iba a divorciarse de él?. Ya tenía todos los papeles preparados. Solo le faltaba la firma de Ricardo en los documentos, para ser libre, oficialmente, de él.
Mª JESÚS – Emm… si. Pero yo le dije que no lo hiciera. Por el bien de sus hijos y de Ricardo. Estaba adoptando una medida muy egoísta – señala seriamente Mª Jesús.
POLICÍA – No tengo más preguntas para usted. Puede marcharse.
Mª Jesús se levanta de la silla y, arrastrando los pies, sale de la sala, sin dejar de fulminar con la mirada al policía. Ahora es el turno de Raquel, la hermana de Ricardo, que entra a la sala con los ojos hinchados de tanto llorar. El policía le sirve un vaso de agua con unos hielos para enfriarla.
 RAQUEL – Gracias – dice cuando le da el vaso de agua helada. Le da un trago y se queda en silencio.
POLICÍA -  Le había dicho a mi compañero que tenía algo importante que contarme, ¿es cierto? – esta asiente con la cabeza – Dígame, ¿que es lo que quería contarme Raquel? – pregunta serio.
RAQUEL –. Mi hermano fue siempre un sádico con Graciela – el policía asiente y le da pie a que prosiga - ¿Sabía que le obligo a abortar en su primer embarazo? – este anota el testimonio de la joven de cabellos negro azulados y ojos plata – Le obligo ha abortar por que  iba a tener una niña. Es vomitivo – dice con el estómago encogido - Él solo soñaba con niños, jamás hubiera querido criar a una niña, hubiera sido un golpe a su virilidad y a su honor. ¿Sabe que siempre se avergonzó de tener una hermana?. ¡Él muy cabrón y su putos prejuicios prehistóricos! – grita Raquel enfadada.
El policía anota algunas pruebas más que le facilita la joven de pupilas plateadas y prosigue recogiendo información con las declaraciones de Claudio y la vecina del matrimonio.
POLICÍA – Claudio, ¿usted conocía la situación de Graciela? – pregunta con semblante duro el policía.
CLAUDIO – Todos sabíamos que Graciela no era feliz con Ricardo. Lo amaba, pero… este solo sabía hacerle daño. Recuerdo claramente una noche en la que llego a mi casa llorando, cubierta de morados por todas partes. Estaba aterrada, y yo no supe que hacer. Me sentí inútil. Se me rompió el corazón al ver a mi Graciela tan débil, tan vulnerable y tan dolida. Al principio solo fueron toques de atención, bueno, eso es lo que le decía él muy salvaje para justificar sus actos, pero después, la situación ya se le escapaba de las manos, y comenzaron las palizas, las noches en vela, temiendo por su vida y la de sus peques. Esos niños han visto tanta maldad y, son tan pequeños. En su sangre habitaba el pánico de no saber si su madre aguantaría más o si su padre se la cargaría. ¡Y así ha sido! – llora desconsolado. El policía le dice que se calme. Este respira con dificultad - Tuve que llevar, de urgencias, a Graciela, al menos siete veces, si no recuerdo mal, y las excusas en el hospital cada vez eran menos creíbles. Nunca dijimos la verdad, ella no quería que se supiera. Era una mezcla de humillación y culpa. Por un lado Graciela sentía que se merecía esas palizas, y que Ricardo lo hacía por su bien.
POLICÍA – ¿Y usted? – le pregunta a la vecina del bolso hortera.
VECINA – Si, y no por ser una chismosa ni nada por el estilo, pero siempre hacían mucho ruido, y las paredes del edificio son muy finas, así que siempre era muy difícil no escuchar nada. Un día oí como Graciela le recriminaba a Ricardo que ya no hacían nada juntos. Que ella tenía que hacer todo lo de la casa (limpiar, hacer la comida, llevar la contabilidad de la casa, etc.), además de cuidar a los niños (darles de comer, llevarlos al cole, ayudarles con los deberes, ir a las reuniones de la escuela, comprarles los juguetes, leerles cuentos, etc.) sola, sin ningún tipo de ayuda por su parte. Entonces escuche, aunque yo no quería, como le he dicho antes, las paredes son como folios y, Ricardo tiene una voz muy profunda y vibrante, bueno, por donde iba… ¡ah! si… escuche a Ricardo diciendo que ella solo servía para esas cosas y que era estúpida. Graciela se echo a llorar, supongo que anulada por las palabras de su marido y, entonces, se comenzó a escuchar ruidos de cristales rompiéndose, llantos y gritos de los niños asustados, alaridos de dolor de Graciela, y las sucias carcajadas de este. Yo no quise avisar a la policía ni nada por el estilo, pues no era mi problema, y no hay que meterse en la vida de los demás. Pero bueno, eso no es lo único, lo que más me impactó fue que a la noche los oí en la cama, y como para no oírlos, ¡los muy escandalosos!, ustedes ya me entienden – dice mirando la vieja chismosa al policía y a Claudio - En fin… tampoco le dolería tanto lo que le dijo su marido, pues ya que a la noche gozaba como ninguna – dice la vieja harpía.

3º parte: Veredicto final
Escenario: Tribunal de justicia de Valencia. El juicio esta apunto de acabar. Los testigos ya han aportado sus declaraciones y los miembros del jurado han dado su resolución del caso a la jueza.
Personajes: Jueza, Ricardo Tortajada, miembros del jurado, abogado defensor del culpable, familiares, amigas/os y vecinas/os de la víctima y policías.

JUEZA - Deberíamos ver está situación desde otro prisma – dice la jueza mientras se pone las gafas de vista - No tendríamos que platearnos el número de mujeres muertas, si no, el número de asesinos que crece, cada día más, en nuestro país. Ya son sesenta mujeres asesinadas por este tipo de violencia machista, lo que hace un total de sesenta asesinos de mujeres, sesenta asesinos sin escrúpulos. Pero, ¿cuál es el fallo que existe en nuestro país para que siga existiendo tal tipo de violencia?, ¿por qué los maridos, que tanto dicen amar e idolatrar a sus esposas, les hacen pasar por semejante martirio o, incluso acaban con sus vidas? – pregunta la jueza. Nadie sabe responder - Y no solo son ellos los culpables, también lo son sus familias, amigas/os y vecinas/os – acusa, inquisidora, la jueza - pues no son capaces de llevarse la falsa venda de los ojos y ver la realidad de lo que ocurre a su alrededor, ni tampoco son capaces de ayudar a esa víctima, que grita en silencio su compasión, su comprensión y, sobretodo, su protección - la sala esta en completo silencio. Algunos individuos esconden sus cabezas, entre sus manos, con la mirada en el suelo - Declaro culpable al acusado, Ricardo Tortajada, del delito de homicidio en 1º grado y del delito de violencia doméstica contra Graciela Tortajada – Ricardo se indigna al escuchar las palabras de la jueza - Y también declaro culpable a todos ustedes - dice señalando a los familiares de la víctima, amigas/os y vecinas/os - pues son todos tan culpables como Ricardo – señala lógicamente.
Los policías de la sala esposan a todos los asistentes del juicio y se los llevan en fila, a los calabozos.

4º parte: Recuerdos polvorientos
Escenario: Graciela y Ricardo yacen desnudos en su cama. Están charlando.
Personajes: Graciela Tortajada y Ricardo Tortajada.

GRACIELA - Ricardo, ¿me amas? – pregunta soñadora Graciela, mientras juega con el bello del pecho desnudo de Ricardo.
RICARDO - Emmm... si, claro. ¿A que viene esa preguntita? – dice con tono confuso.
GRACIELA – A nada. Solo quiero saber que es lo que sientes por mí ahora, en este mismo momento. ¿Quiero saber si sigues amándome como al principio de nuestra relación¿ – le pregunta mirándole a los ojos.
RICARDO - Graciela, las cosas cambian – dice tajantemente. Graciela le mira apenada - pero... yo te quiero – intenta “decorar” sus antiguas palabras.
GRACIELA - Ricardo, ¿serías capaz de dar tú vida por mí?.
RICARDO - ¡Madre de Dios!. Que tontita te has levantado hoy ¡eh!. ¿Qué es lo que se te pasa por la cabeza de buena mañana? – dice asombrado.
GRACIELA - Sabes... yo si que daría mi vida por ti. No dudaría ni un segundo, simplemente lo haría – dice intentando darle un beso. Este le aparta y bosteza, como si la conversación le estuviera aburriendo.
RICARDO - Pues claro tonta, las mujeres sois así. Lo daríais todo, por que estáis locamente enamoradas. Nosotros somos más racionales - Ricardo le da un áspero beso en la frente para que esta le deje en paz - Anda, levántate, que no tenemos todo el día para estas absurdas charlitas - le mira con superioridad, mofándose de ella - Prepárame el desayuno, y que sea abundante, ¡tengo el hambre del demonio! – exclama.
Graciela se levanta de la cama y se pone su bata a cuadros. Ricardo le da una fuerte palmada en el trasero y le guiña un ojo, haciendo la gracia. Ella se dirige a la cocina pensativa. No deja de cavilar en todo lo que haría por Ricardo, pues lo ama tanto, que le duele.
Graciela jamás hubiera imaginado que acabaría perdiendo la vida a manos de ese hombre, por el cuál, ella lo habría dado todo.

Comentarios

  1. Hola, ¿como te fue la nochevieja en Madrid?
    Bueno, veo que has vuelto dandolo todo jeje además has innovado la forma de relatar tu historia, mira que nunca me dejarás de sorprender.
    Me ha parecido genial y sobretodo realista, porque en cierto modo todas las personas que más deberían denunciar la violencia de género o incluso impedir que esas victimas acaben en un ataud, nunca lo hacen, como en este caso los vecinos, la madre o incluso la hermana de Ricardo que sabiendo que era un sádico nunca dijo nada, pero lo peor es el caso de la madre, con su machismo y su mentalidad antigua dejó que su hija muriera en manos de su marido.

    A ver si saco tiempo y escribo algo nuevo, que ya me toca y suerte en los exámenes que cada vez va faltando menos, ¿cuando tienes el primero? yo lo tengo el 12 de este mes, de economía mundial :S... Ciao!

    ResponderEliminar
  2. hiiii
    ya estoy akii
    siento haber tardado tanto, no pude leerlo antes
    bueno me a parecido muy original la forma es la que lo as relatado, pero la parte del juez...un poco exagerado no?? un juez no puede acer esas cosas aunq tenga razon en lo que dice jejeje
    y bueno lo de la madre de ella...argg!!! que mujer mas horrible, odio a esa clase de gente, esq no puedo creer que haya gente asi ¬¬
    pos eso, a ver si adri nos manda alguno q ya va muy retrasada jejeje
    y eso es todo
    hasta la proxima

    ResponderEliminar

Publicar un comentario

Entradas populares de este blog

¿Qué hace un bolchevique cuando se zambulle en el Mar Rojo?

Ensoñación (anti)capitalista

Chicago en llamas