2052

Mark Trosby es un auténtico fracasado, un patán y un borracho. Perdió su empleo como dentista, hace un par de meses, por acosar a varias de sus pacientes. Todas ellas lo demandaron, excepto Leah, que se dejaba acosar gustosamente. Leah lo defendió tanto en el juicio que no lo condenaron a prisión, en su lugar, tuvo que pagar una indemnización por daños y prejuicios a cada una de sus pacientes que habían sufrido sus actos, la cual le llevo a una verdadera bancarrota. A Leah le daba tanto morbo ser toqueteada por Mark, observarlo tan profesional, con su bata blanca y su mascarilla, mientras le introducía toda serie de aparatitos metálicos, fríos y duros, de forma fálica, en su lujuriosa boca. Mark solo se acostó con Leah, nunca con otra de sus anheladas pacientes.

Desde que este se ha quedado sin trabajo, vive gracias al subsidio del paro, el cual se gasta, básicamente, en alcohol y dentríficos, los cuales usa como lubricantes a la hora de masturbarse. Coloca la pasta de dientes en moldes de bocas que tenía en la consulta y, literalmente, fantasea con follarse a sus antiguas pacientes (también tiene los expedientes de estas en su casa y se pone a tono con sus fotografías). Él no tiene familia, solo tiene a la vulgar Leah, que incluso, sus perversos juegos sexuales asustan al perdedor de Mark.

Como también se quedo sin piso, vive en un cutre motel del centro de la ciudad. Su habitación, la 2052. Una habitación mohosa, oscura, con una cama roñosa, con olor a orina, llena de basura, boquetes en la pared, pintura desgastada y manchas de humedad gigantescas. Lo único bueno, las morbosas vistas. El único pasatiempo de Mark consiste en mirar por la ventana y seguir, con lupa, hasta el mínimo detalle, las vidas de sus vecinos, las cuales se sabe de memoria.

La primera victima de su acoso es Margaret, que vive en el edificio de enfrente en el sexto piso. Margaret es contable, tiene dos hijos y esta casada. Lleva tres meses teniendo una aventura con Darwin, el cartero del vecindario. Mark les había visto follar sobre las cartas que tenía que repartir, como conejos en celo, rociando, las pulcras e inocentes postales navideñas, con sus fluidos lascivos. Cuando Darwin le entregaba el correo, este no podía evitar dedicarle una sonrisa cómplice, de la cual el cartero no se percataba. ¿Quién no se hubiera querido tirar a Margaret?, con ese culo prieto y esas piernas de bailarina de striptease. Todo hombre querría rociarla por dentro, llenándola con su semilla potente. En fin… por donde iba, ¡ah Trosby!, el patético de Mark. Cuando este tenía en su poder las cartas, las olisqueaba y las lamía con esmero, sumergiéndose en oleadas de asombroso placer.

Después de observar el adulterio de la mujer de magnificas nalgas miraba a Trot, realmente llamado Charles Troter, un abogado de éxito, con una vida mediocre. A Mark le gusta mirarlo, por la antitesis que resulta la existencia de tipos como este. Troter, bueno, Trot para los amigos (aunque estos dos individuos no se conocen y no han cruzado las miradas en su ruin y despreciable vida) es un completo cerdo, manipulador de la verdad y un adorador de la pasta. ¡Perfectas cualidades para un abogado de éxito!. Su vida es tan penosa como la del jodido Mark, simplemente que a Mark lo ves a leguas tal y como es y Trot, se esconde bajo su despreciable montón de dinero, su cochazo enorme (por su complejo de pene diminuto, raquítico y venoso), sus numerosas operaciones de estética y sus libros de derecho, a los que jura completa y real sinceridad. ¡Otro perfecto idiota!

A la hora de comer le gusta observar la clase de piano de su vecina Rachel. Esta tiene clases de piano, de lunes a viernes, tres horas. Mark piensa que algún día querría casarse con una chica como Rachel, sencilla, inteligente y guapa. Rachel jamás se acercaría a un tipo como Mark, antes preferiría tirarse a un mono con sarna o tomarse un bote entero de pastillas hasta morir en su propio vómito.

Por la tarde suele mirar a Tanya, una mujer de setenta y seis años, que baila desnuda en el salón de su casa. Baila para Mark. Esa arrugada mujer se siente alagada por la mirada de un extraño penetrando en su cuerpo. A Mark le produce ternura que la abuela dance para él obscenamente.

Cuando cae la noche, antes de la visita diaria de la joven Leah, Mark se prepara unas palomitas para observar el espectáculo que más le gusta de todos. Mark mira a Thomas y Ricky, dos hermanos mellizos, de unos trece años, puñeteramente pérfidos. Le encanta ver, a estos niños pelirrojos, procedentes del demonio, sembrando el caos en su pequeño piso, maltratando psicológicamente a la pobre Nora, su niñera, apalizando a su perro Toby, y destrozando todo lo que tienen delante de ellos. Mark se desternilla de risa con los actos despreciables de los dos mocosos. Le encanta ver en sus ojos esa diversión infantil que él tanto añora. Sabe que él también disfrutaría tanto como esos dos bastardos comportándose como un capuño.

Y hoy, Mark ha muerto, atragantado por una palomita, disfrutando del show de los agilipollados niñatos. Leah ha llamado a la policía, en cuanto ha entrado en el piso de Mark. Este estaba completamente morado, con los ojos rojos y la boca blanquecina, llena de sal. Su cuerpo estaba hinchado, más de lo normal, y sus mejillas seguían encendidas. Leah se ha quedado en la habitación de Mark, una vez se han llevado su cadáver sucio, tanto como ese espantoso cuarto, tumbada en la grasienta cama, llorando como una niña con el alma rota, mientras jugaba con el handpiece dentro de su boca.

Comentarios

  1. bueeno veo que has vuelto a tus clasicos temas de sexo y muerte jejeje
    realmente no puedo entender como se te ha ocurrido una historia asi con un titulo como ese
    pero bueno me ha hecho gracia lo de que usaba el dentifrico como lubricante jejeje muy original
    como siempre buenas descripciones
    y un final abrupto sin duda
    las palomitas pueden ser peligrosas jejeje
    bien y eso es todo demomento
    hasta la proxima :)

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  2. Hola,¿cómo va todo?
    Hacia tiempo q no subias nada, ya tenía ganas de leer algo nuevo tuyo, y por fín me lo has concedido :-P y tan brillante como siempre.
    Menudo especimen el que has creado, aunque supongo que en la vida real habrán así o incluso peores... pero bueno, tienes una imaginación brillante.

    Hasta la próxima!

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  3. Hola.
    Respondiendo a tu pregunta, el libro de "el monje que vendió su ferrari" acabó en mis manos básicamente por dos razones: porque varias personas que lo habían leido me lo aconsejaban, además de que lo tenía por la estanteria y al no tener ningún otro libro por leer, escogí ese y comprobar por mí misma si merecía la pena.

    Antes que ese me leí "Los grandes misterios de la historia" muy interesante también y ahora estoy en busca de otro que leer pero no se de ninguno, ¿tú cual me recomendarías?

    Bueno, espero leer algo tuyo pronto. Un beso!

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  4. Bien el número no es tan importante en la historia... y el tipo es raro pero por lo menos no vive en la consulta xD jajaja
    En el penúltimo fallo creo que querías poner capullo y has puesto capuño... jeje un insulto nuevo ;)
    Me ha gustado más DÍA ROJO :)
    Un besito! Me voy a por mi maleta!!!!
    PD: Creo que si nos hubieras contado algo más de Leah... no sé, me habría gustado que él lo pasara mal en algún momento de la historia por intervención de la chica... le debe su libertad aunque no la use... =D
    Tq

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