El declive del fuego
Ya solo quedan unas pocas brasas
vivas en el suelo y siento como se rasga mi pecho con los últimos
potentes latidos de mi duro corazón, en el fondo son como pequeños
ronroneos de un gato moribundo, que maúlla con locura protegiendo su lugar y yo
no puedo morir ahora, aún tengo que completar mi obra, aunque siento que estoy
a punto de espirar mi último aliento.
La casa se ha reducido a cenizas,
los cuerpos de mis dos hijas
y mí mujer han
quedado completamente calcinados. Y aquí estoy en el suelo, acariciando el
cuerpo de Valentina, churruscada como un trozo vulgar de carne. Todo ha
sucedido muy rápido, la gasolina estaba en mi manos, primero rocié a
las niñas mientras dormían y luego, como un demente perturbado, les
prendí fuego, con una sonrisa endemoniada pintada en mi rostro. He observado
maravillado ese continuo Valls que las llamas me ofrecían en esta noche de luna
llena. Bailaban sobre las cortinas, se deslizaban sobre sus juguetes, lamían el
suelo con lujuria y luego, han reptado sobre sus bonitas camas,
serpenteando sobre sus pieles rosadas e inocentes, y sus gritos desesperados
han quedado completamente amortiguados por el crepitar del fuego, creciente y
totalmente perverso. Valentina, como buena madre, ha subido corriendo al sentir
el olor a quemado y al escuchar semejantes gritos que levantarían a los muertos
de sus criptas. He podido sentir el odio y el pánico en sus ojos desencajados
al entrar en la habitación. Me ha visto de pie, tranquilo, viendo morir a las
que yo creía que habían sido mis hijas desde un primer momento, antes nuestras
dos adorables pequeñas, y ahora, esas, morían en un infierno anaranjado.
La he sostenido por los brazos y le he obligado a mirar, viendo como esas dos
niñas aullaban por el dolor extremo, como sus pieles se caían y sus cuerpos se
convertían en unas masas pegajosas de vísceras ensangrentadas.
Valentina parecía que iba a desmayarse, pero yo le golpee, una y otra vez, y no
le deje que se perdiera ni un solo segundo de mi creación llena de rabia y
dolor, toda, causada por su culpa. Luego las llamas se apoderaron de la sala
entera, y por un momento quise morir abrazado a ella, sentir como nuestros
cuerpos se convertían en uno, y que las llamas nos regalaran su calor y su
fuerza. Pero no se lo merecía. No merecía que yo la abrazará y le diera mi amor,
mi afecto o ni siquiera mi comprensión. Ya se lo había dado hace años y ella,
ahora, lo había lanzado al cubo de la basura, con sus mentiras y traiciones.
Solo se ha comportado como una sucia ramera, como una vulgar perra en celo. Después
la baje por las escaleras inconsciente y la rocié también a ella. Su
rostro herido, se volvió rojo, lleno de fuego. Y yo la miré en completa calma,
sabiendo que había sido su redentor, el que le había librado de la pesada carga
de la culpa en su consciencia. Esas llamas limpiarían su alma impura
y protegerían a las crías que quise, de un futuro decadente y
pérfido.
Un grupo de aves rapaces sin
sentimientos rodean la escena atroz. Escucho quejoso sus lamentos, lágrimas
falsas de algunos vecinos, incluso algún flash que otro veo de alguna de esas
alimañas insanas.
Se oyen las sirenas amenazantes.
Los salvadores de uniforme se dirigen raudos a cumplir su cometido. ¿Héroes?.
Ellos se creen héroes, pero, ¿con que derecho?. Yo soy contable y no me creo
un héroe. Soy un hombre sencillo, inteligente y amable. Y ahora me he
convertido en una bestia por que he acabado con mí familia, a la que siempre he
querido, a la que he cuidado, la he alimentado, a la que he llevado de viaje,
les he colmado de regalos, de amor y de todo mi afecto… y finalmente he acabado
quemándoles, convirtiendo sus sueños en simples restos de espesa pavesa.
Y ahí esta él, con su traje
brillante y su enorme casco. Y aunque no puedo ver sus ojos, siento su tristeza
oculta y el dolor se respira por doquier. Se que no va conseguir aguantarlo,
no, no va a poder conseguirlo, por mucho que lo intente. Sus manos se retuercen
y su respiración agitada empaña la cristalera de su casco. Y como yo preveía
rompe el silencio con un grito desgarrador, partiendo la absurda calma falsa de
los flashes de las cámaras y de los vecinos rumiantes.
¿Por qué?, ¿por qué has hecho
esto cabrón?. Me grita quitándose el casco y tirándolo al suelo. Me coge por
mis ropas quemadas y me golpea. Sus compañeros no lo detienen. Seré el Diablo,
¿pero merezco tal abuso de autoridad?. Yo no oso responder a su verborrea
incesante. Me golpea la cara con sus lágrimas espesas, me escupe las palabras
de tristeza junto a un mar de babas calientes. Me repugna pensar que mi Valentina
yació en manos de este hombre, este absurdo capullo que llora con un niño.
Debería de haber acabado con todo esto hace mucho tiempo, fui consciente de sus
mentiras desde el primer momento y quise superarlo, pero no podía aguantarlo.
Se habían atrevido a chafarme, a reírse de mí a mis espaldas. Este cerdo se
follo a mí mujer en mí cama, donde yo dormía. Esa cama estaba llena de su olor
y pringada de su sudor y ella, tenía el cuerpo marcada por él. Sus
espermatozoides eran libres de pasear por el camino que yo hacía meses no
probaba, me lo había sido arrebatado. Me toco comenzar a dormir en el sillón
del comedor, solo, triste. Mientras ella, me engañaba con sus sutilezas. No
puedo parar de imaginar, una y otra vez, como se la tiraría en mí cama, galopando
como una fiera sobre ella, en nuestra ducha, mojando sus cuerpos con el agua
que yo pagaba, en mí sofá, sobre el mármol de la cocina, donde después ella me
preparaba la cena, en mí despacho, comiéndole el coño sobre mí escritorio.
Maldita sea, se pasaban el día jodiendo como vulgares conejos. Asco, asco,
asco, asco, asco. Vuelvo a la realidad por uno de sus fuertes golpes en mi
estomago. Esta vez siento como si sus frías garras me partieran el espinazo,
dejando al aire mis entrañas vacías de culpa. Ya no me queda a penas tiempo, no
aguanto más despierto. Esta vez su equipo lo frena, los buitres mirones fingen
estar horrorizados ante tales actos. Lo levantan del suelo, llorando, tiene que
ser sostenido por su cuadrilla, ya que no puede ni mantenerse en pie. Se que
desea matarme, pero él sabe que ya me estoy muriendo, rodeando al cadáver de mí
mujer, esa mujer a la que él quiso, con la que ideo planes de futuro,
imaginando una vida que me pertenecía a mí, una vida que por unos meses me robo
como si nada. La furia llena su sangre. Arde, como los cimientos de mi casa y
de mi ausente vida. Se vuelve, lleno de una vesania irrefrenable, hacía mí, sin
importarle ya nada, le da igual perderlo todo, pues han muerto sus niñas y la
que había sido su amada, supongo que siente que ya no le quedan razones para
vivir. Iluso. Y cuando le quedan, a penas cinco pasos para llegar a mí,
recupero la verticalidad sentándome y le disparo en su fría y dura testa. Se
desploma en el suelo, pesado, dibujando un cerco de lumbres en declive y yo,
sostengo mí arma con firmeza, cerrando los ojos, sintiendo como por fin me
duermo, después de tanto tiempo sin sosiego.
Esthercita!
ResponderEliminarMenos mal que me ha dado por mirar las novedades del escritorio y rebuscar entre todas a ver si había algo interesante hasta que dí con tu nueva entrada, que si no llega a ser por eso ni me entero, que últimamente me tienes mal acostumbrada con eso de avisarme vía email jeje.
Me ha encantado tu historia, ha sido muy de tu estilo pero me ha parecido muy interesante que la enfocaras desde la perspectiva del asesino. Ay... los celos, que perjudiciales son aveces.
Bueno, sigue subiendo cosillas que yo sea como sea me enteraré para comentarte :D.
HIII
ResponderEliminarMenuda historia que has creado, si es que se te da muy bien eso de crear personajes perturbados y psicopatas, a ver si voy a tener que tratarte con un poco mas de cuidado jejejeje es broma
Si, los celos pueden llegar a dar miedo y mas si son extremistas, este caso ha sido excesivo, tenia que matar a las niñas tambien, no es su culpa que su madre fuera una adultera, y de donde saca el tio el arma para matar al bombero?? Bueno supongo que no es importante, aunque no entiendo muy bien la ralacion con el titulo. Ya me lo explicaras, si es que ha y una razon.
Bien pues hasta la proxima :)