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Mostrando entradas de 2013

El último día de un condenado a muerte

-           ¿Quién te crees que soy? ¡Mírame cuando te hablo! - le grité enfadado. -           No existes. ¡Déjame en paz! - me dijo entre sollozos. Y así es como empezó. Negando mi existencia. ¿Por qué? ¿Acaso no soy su amigo? Es triste ver como alguien intenta olvidarte. Borrarte con todas sus fuerzas de su memoria, aniquilar sus recuerdos. Odio creer que este es el día. Este es mi último día. Estoy condenado. Condenado a desaparecer, condenado a morir. Y detesto no saber por qué se quieren deshacer de mí con tanto ímpetu, como el mar se traga una fina gota de lluvia. -           Jason, ¿con quién hablas? - le grita Eleonora, con su típica voz chillona, desde la cocina. La casa está llena de un aroma a pasteles y galletas. Todo muy dulce. Todo menos ella. -           Con nadie mamá... con nadie - dice el pobre Jason. Intenta que su voz sea fuerte y dura, una voz anormal para un niño de siete años. -           Pensaba que hablabas de nuevo con

Nube de algodón

Cuando estoy en la pelea no pienso, actúo. Un brazo prosigue al otro, con ritmo, fuerza, pasión. Mis piernas se mueven, dando pequeños brincos, confundiendo al adversario. Golpeo tajante, notando como mis puños rompen la atmósfera de caos que nos rodea. Los gritos del público callejero, los abucheos, la euforia de ver correr la sangre. Violencia, golpe tras golpe. Aquí solo existe una regla: nada de armas, solo, cuerpo contra cuerpo. Pero esta vez es distinto. Pienso, y eso no me viene nada bien en la pelea. Me siento inestable, alterado, incluso yo diría que perdido. Me he hecho un tirito de una espesa coca que parecía una nube de algodón, como un algodón de azúcar de esos que me zampaba en la feria con mi madre cuando era pequeño. Días como esos me rompen el corazón. Echo tanto de menos a mi vieja. Esa mujer bajita de ojos fuertes que siempre me animaba con todo lo que me proponía, y yo ni caso. ¡Que te den baca burra! le soltaba… dando un portazo echo una furia. ¿Y porqué? Ni yo

La secta de los sueños

- ¿En qué consisten los tratamientos que ofrecen? - le pregunta la policía clavándole la mirada con vil odio. Su hermana había sido víctima de una secta también y había dejado a la familia en bancarrota. Días después se suicidó, pues ese era el camino que el líder había elegido para ella, su misión era esa, simplemente ya no era una fuente de ingresos útil, así que la obligó a liquidarse, sin mancharse las manos. No pudieron inculpar a nadie de la secta, nadie fue castigado por ello. La policía aprieta el bolígrafo que sostiene en sus manos con fuerza. Quiere arrancarle la cabeza. Quiere acabar con ella. El abogado le asiente con la cabeza, dándole permiso para que conteste a esa pregunta. Es un chico joven. Con una espesa barba con tonos rojizos y oculta su mirada tras una grandes gafas de pasta negras. - Todo el mundo se aburre, el aburrimiento es doloroso. El tiempo pasa, y a ti no te pasa nada. Y nosotrxs ofrecemos una alternativa distinta - dice mientras coge el vaso de a

La epopeya de los otros

Yo he visto el rostro de la muerte de cerca. Primero fueron mis padres en ese terrible accidente de tráfico hace apenas unos meses y ahora mi abuela, que tras dos largos años de lucha, no ha conseguido derrotar al temible cáncer que contaminaba su cuerpo. Pero aunque ella no esta presente aquí, sabemos que jamás desaparecerá de nuestras mentes y corazones, pues ha hecho tanto, que su paso no podrá ser borrado por nada ni nadie, aunque lo intenten, fue única, una pionera en muchos aspectos. Ella fue grande, una guerrera, que desde siempre lucho contra todos aquellos que le hacían callar por ser mujer, aquellos que le hacía llorar hasta sangrar, aquellos que la despreciaban, la insultaban, la anulaban, la acosaban… tantos y sin motivo alguno. Como sabéis todas, mi abuela se exilió para huir de un matrimonio concertado con un hombre al que odiaba y de un padre que abusaba de ella. Durante su huida empezó a vestir de hombre y a hacerse llamar Teemu. Simplemente lo hizo porque le res

Roger and company

      -  ¿Por qué Roger lleva un parche en el ojo? - le pregunto a Jerome medio en susurros. Este no me escucha, esta anonado haciendo una torre con cartas de póquer. Aunque le hubiera gritado en su estúpida cabeza calva, no se hubiera enterado de nada. Soplo, como una gran ventisca, y le caen en toda la cara de gilipollas que tiene, una a una, golpeándolo con destreza. - ¿Pero que ostias te ocurre cabronazo? - me dice enfadado. Ya solo le quedaba el pico para acabar. Le relaja hacer esas sandeces, y a mí, destruirlas. Soy como el matón de playa que se dedica a destrozar los castillos de arena a los críos, y después disfruta mofándose y riéndose con una sonrisa sardónica y maquiavélica, mientras los señala y sigue pisoteando la arena. - ¡Te he preguntado que cojones le ha pasado a Roger en el ojo! - le digo a gritos - ¡Pero como estás todo flipado con tus tonterías no captas nada! - refunfuño molesto. Hoy tengo un humor de perros. - ¡Tú madre me ha clavado una jodida teta e

La sombra bajo el árbol

- ¡¡¡Llegasss taaaaarde!!! - le cantan todas al unísono como bellos pajarillos que revolotean contentos sobre la copa de un árbol. Agnés pone cara de “ya lo sé perras, pero ha pasado algo” y se sienta en el césped junto a sus amigas. - ¿Vino? - le pregunta Dolors pasándole un vaso. - ¿Hace falta preguntar? - le dice riéndose Agnés - Sirve, guapa - Dolors le llena la copa hasta los topes y esta le da un sorbo largo y sonríe relajada. Se seca el sudor de la frente con la manga de la camiseta y resopla cansada. A Agnés le encanta el vino. Muchas veces dice que la composición de su sangre es del 75% de vino tinto y el otro 25% restante, cerveza negra (realmente usa esa frase a modo de presentación. Una forma de romper el hielo). No bebe nunca agua, así que vive en un continuo estado de semiembriagadez estupendo. - ¿Que has traído para comer? - le pegunta Federica colocando la comida de las demás sobre el mantel remendado. - Humus y pan de pita - dice - ¡Ah! también he traíd

Vacío de garbanzos

-   ¿Cómo ha ido el vuelo cariño?, ¿todo bien?. - Claro Eriada, sin ningún problema – le contesta Humberto cogiendo su maleta y dirigiéndose hacía el baño. - Ufff… no sabes lo preocupada que estaba. He rezado seis avemarías y catorce padres nuestros con el rosario de mí bisabuela. También te he puesto un cirio grande en la iglesia y varias velas pequeñas en casa, junto a nuestra foto de bodas – le dice orgullosa. - ¡Que exagerada que eres querida!. Siempre que vuelo la misma historia – dice Humberto avergonzado del comportamiento de su mujer. Se alegra de que nadie este escuchando esa conversación, pues está solo en el baño del aeropuerto y tiene el móvil con el manos libres (odia hablar con la oreja pegada al móvil, por las ondas electromagnéticas). -   No cariño, gracias a mí el vuelo ha ido correctamente. -   Querrás decir gracias al piloto, ¿no querida? – le pregunta perspicaz. - ¿Has avisado a Carmen de que estás en Milán? –