El último día de un condenado a muerte
- ¿Quién te crees que soy? ¡Mírame cuando te hablo! - le grité enfadado. - No existes. ¡Déjame en paz! - me dijo entre sollozos. Y así es como empezó. Negando mi existencia. ¿Por qué? ¿Acaso no soy su amigo? Es triste ver como alguien intenta olvidarte. Borrarte con todas sus fuerzas de su memoria, aniquilar sus recuerdos. Odio creer que este es el día. Este es mi último día. Estoy condenado. Condenado a desaparecer, condenado a morir. Y detesto no saber por qué se quieren deshacer de mí con tanto ímpetu, como el mar se traga una fina gota de lluvia. - Jason, ¿con quién hablas? - le grita Eleonora, con su típica voz chillona, desde la cocina. La casa está llena de un aroma a pasteles y galletas. Todo muy dulce. Todo menos ella. - Con nadie mamá... con nadie - dice el pobre Jason. Intenta que su voz sea fuerte y dura, una voz anormal para un niño de siete años. - Pensaba que hablabas de nuevo con