Partida

Y aunque el sol estaba a punto de desplomarse, la niña miraba al cielo, con los ojos cubiertos de lágrimas y una absoluta endereza. La vida se le escapaba y ella no había llegado a ser mayor, a ser como su madre, como su padre, como sus abuelas… no llegó a besar a ese chico que tanto le gustaba, de ojos claros y sonrisa afable, tampoco pudo hacer su ruta en bicicleta con su amiga imaginaria y su gata Cascabel en la cesta. A pesar de tener miedo, una extraña sensación la envolvía. El mundo moría, pero ella sentía que su camino solo hacía que empezar. El sol parecía sonreírle mientras le secaba las lágrimas con rayos de fuego. 


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