Vacío

Antes Lía paseaba bajo la lluvia cuando estaba triste. Le encantaba caminar sin rumbo alguno, dejando que las gotas de agua lamieran su cara y limpiaran el rastro de sus finas lágrimas saladas. Era todo un ritual para ella dejar que el aguacero se llevara sus penas. "El agua lo cura todo" decía su padre siempre. Su mantra era el sonido de sus pies contra el asfalto mojado, los charcos pozos donde lanzaba su dolor. Lo que más le gustaba, tras la lluvia, era seguir los caminos plateados de los caracoles de la zona; serpentear por las calzadas, siguiendo esas viscosa balas brillantes. Ahora Lía no puede llorar, aunque lo intente, no consigue que ni una mísera gota salga de sus ojos secos. Y ese vacío que la carcome por dentro lo llena con comida. Todo tipo de comida. Desde un pollo asado con verduras a una hamburguesa de atún, pasando por una amplia variedad de bocadillos, hasta llegar a los dulces que la embriagan. Comer la calma, y le hace no pensar. Lía no quiere pensar. Ya no, no más. Dicen que cada cual afronta el duele de una forma, pero ella no puede hacer otra cosa. Solo come y vuelve a comer.

- Lía, está lloviendo - le dice su hermana, secándose las lágrimas - ¿Quieres dar un paseo?

Esta no contesta y sigue comiendo con ansia. Rápidos bocados devoran un plato de arroz.

- ¡Comer no te va a devolver a papá! Vamos Lía. No te hagas esto. Deja que el agua borre tu pena y bañe tu alma. 

Pero Lía no está preparada, no puede creerlo, no quiere creerlo. Así que sigue comiendo, intentando llenar ese vacío que la consume.


Relato publicado en el libro Buffet Libre de Valencia Escribe - Capítulo: 1eros platos.


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