Karma
Recuerdo cuando jugábamos en la
casa abandonada. Recreábamos el incendio que había matado a esa infeliz familia
hacía solo un año. Mamá siempre nos decía que era de mal gusto. Nosotros lo pasábamos
en grande. Éramos los valientes bomberos que sacaban los cuerpos calcinados. El
único que sobrevivió a esa horrible tragedia fue el gato. Uno de color
anaranjado, arisco como él solo. Ahora me encuentro entre los escombros de mi
propio incendio personal. Supongo que el karma siempre las devuelve todas,
aunque fueran juegos de niño sin sentido alguno.
Fotografía de Arthur Tress
Microrelato para los Viernes Creativos de Escribe Fino
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