El entierro

El taconeo. El taconeo sobre una tumba rota con un cuerpo caliente. El jadeo del público que se ahoga en una mar de lágrimas. La banda suena y el nicho se nutre de las plegarias y rezos de los asistentes. La danza de los muertos mecida por el aire que acaricia las amarillentas hojas del cementerio del barrio. Un grupo de pájaros sobrevuelan confusos al son del cajón flamenco. El negro, como marca de luto impuesto, no se observa en este encuentro de caras conocidas y desconocidas. Los niños corren entre las viejas calles, golpeando las estatuas y sepulcros de su alrededor. Las madres les regañan ante su falta de decoro cuando la muerte asoma. La poesía aflora, se despliegan los discursos sobre el difunto. Hablan sus parientes más cercanos. Su vieja madre maldice a los dioses que arrebataron la vida de su hijo, aún joven e inexperto. Sus hermanos rememoran sus primeros pasos en el baile, su pasión en el escenario, su presencia y soltura. Su amante no puede expresar palabra alguna, pero todos vislumbran en sus ojos el mayor pesar de los pesares, y observan, callados, ese vientre abultado que esconde bajo un vestido holgado. La música se inicia de nuevo. Las muchachas bailan en estado de trance, mientras ríos de pena inundan sus rostros. La tierra empieza a ser lanzada sobre el sarcófago, y las flores dan vida a una triste escena. Las uñas se clavan. El grito de auxilio queda silenciado por la voz del cantaor. La guitarra, suave, acoge al muerto en la tierra. 


Toti Soler – Soledat (Álbum: Raó de viure. 2011). Guitarrista, compositor y cantante ligado a la Nova Cançó de Cataluña. Formado en blues, jazz y flamenco. Su carrera destaca por la diversa participación en proyectos junto con, por ejemplo, el poeta Ovidi Montllor, el guitarrista Diego del Gastor y el director italiano Ugo Tognazzi, entre otros.

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